viernes, 27 de septiembre de 2013

Enderezar un día de mamá ogro

Sí, mamá ogro está ahí (c) Celia Ramón Wyser
Mamá ogro existe. Es lamentable, triste, vergonzoso, pero como las madres histéricas que atacan a traición, las mamás ogro también salen en cualquier momento, en plan explosión de volcán. Y la lava, todo el mundo lo sabe, es imparable, arrasa y además quema.

Sí, el día, que había empezado bien, de pronto se ha torcido. Debía haber señales, pero no las he percibido. No instinto maternal ni nada. A punto de salir (tarde) al colegio, uno de los mellizos tenía caca. Y taaaaardaaaa. Mucho. Me he ido poniendo nerviosa: ya llegábamos tarde seguro y sólo es la segunda semana de cole. Al acabar, por fin, Pol se ha cogido un berrinche de los de "no sé que me pasa pero es que estoy agotado de toda la semana en el cole y encima sin más que media hora de siesta en vez de las dos habituales a medio día". La llantina se le ha contagiado en forma de "yo tampoco quiero esa cera para el pelo pero en realidad lo que me pasa es que hubiera dormido más y me hubiera quedado en casa jugando en vez de ir otra vez a la escuela" a Izan que hasta el momento estaba feliz y cantando. 

jueves, 26 de septiembre de 2013

Cuando los gemelos empiezan a interactuar


Desde que cumplieron tres años, los gemelos interactúan mucho más entre ellos. No es que antes no se hicieran caso, aunque a decir verdad cuando eran bebés casi que no se inmutaban cuando uno de los dos lloraba y no se despertaban el uno al otro. Pero sí que era una especie de amor-odio en que lo único que hacían casi era molestarse, pelearse por lo que tenía el otro aunque fuera una piedra del camino, y de vez en cuando hacer algo juntos. Eso sí, si alguien grita al hermano, ojito que va protegido. 

Poco a poco empezaron a jugar entre ellos entre los dos y tres años: a perseguirse, a "robarse" el puzzle, a mirar un mismo cuento o a saltar olas y hacer castillos de arena juntos. Pero ahora de pronto inventan todo tipo de aventuras como que atraviesan la selva (el jardín de la abuela) y buscan tesoros.


Esta tarde la cosa ha ido así: "vamos de picnic", dice Pol mientras arrastra una esterilla de yoga que será la manta, y enseguida Izan le sigue el juego y se va pasillo adelante cargado de frutas de gomaespuma.



Pero el picnic ha sido después de cantar y contar el cuento del Patufet a dúo pero cada uno por su lado, Izan haciendo hincapié en la parte en que el buey tiene al niño enano en la barriga y lo deja salir con un pedo, y Pol en la parte en que Patufet se va a comprar y es atendido por un tendero. 


Y como colofón de una tarde típica ahora que ya hemos empezado P3 -sí, sí, hemos empezado toda la familia, la adaptación está yendo de maravilla a pesar de que la frase de primera hora de la mañana es "ooootraaaaa veeez no quiero ir al coleeeeee"-, han cantado a dúo la nueva canción, la de los Picarols que es como se llaman sus clases. Por suerte, aunque van a clases separadas interactúan los dos grupos mucho y se han puesto de acuerdo en aprender la misma canción y coreografía.


Para los que no entendáis la letra, los profesores de la Escuela Jungfrau han sido tan amables de transcribir la letra: será para que los padres nos enteremos :)
Els Picarols van i vénen
els picarols van i vénen,
escaleta amunt
escaleta avall
pel jardí, pel jardí
de l'escola.
Salten alegres sense parar
ells amb la sorra volen jugar
i s'espavilen i van de pressa
quan criden a la fila
Picarols!
Y así pasan las tardes escolares, del colegio al parque a colgarse de las cuerdas, y en casa improvisando historietas varias como la del picnic de pasillo. Y sí, ser madre de mellizos es muy entretenido. 

martes, 24 de septiembre de 2013

Actividades ideales con gemelos: chiquiparc

Los parques de bolas y castillos de gomaespuma con hinchables para saltar son un súper invento para padres con niños rebosantes de energía, sobretodo en días fríos o de lluvia. Sí, se puede ir al campo a recoger piedras y saltar charcos, al parque, a la playa, a casas de vecinos... Y es gratis, porque ir al parque de bolas no es barato (si no es algo muy puntual).

Pero es que todo eso también lo hacemos. Y yo confieso que me lo paso en grande viendo como disfrutan, hacen el mono, bailan y rien mientras por una vez puedo mantener una conversación adulta (más o menos, alguna pausa de "no empujes a tu hermano", pipí, sed o "quiero un huevo Kinder" también hay, pero no es lo mismo que no poder hilvanar dos frases seguidas sin que te estallen los tímpanos con un "mamáaaaaaaa"). Es una opción para de vez en cuando.


Ahora bien, vale la pena tener en cuenta que:

  • Los peques hacen mucho ejercicio y empiezo a pensar que es más seguro que subir a los árboles (como hacía yo de pequeña) porque por lo menos la caída en blandita. Lo de los árboles es más natural y romántico y también recomendable, para mi gusto, pero en cualquier caso es una manera de que hagan ejercicio divirtiéndose. 

jueves, 19 de septiembre de 2013

Días de lluvia: cómo ser feliz

Detrás de la ventana está gris oscuro, llueve, ha refrescado. Los adultos nos quedamos a resguardo en casa, pero los gemelos han redescubierto sus botas de agua, se las han probado diciendo locos de contento "mamáaaaaaaa, ves como todavía me van bieeeeen", y más felices que cualquier final de Disney han querido correr al portal, ni que sea con la excusa de bajar la basura, para ir a saltar en los charcos (de barro, como Pepa Pig, es nuestro ídolo y ella siempre puede saltar si lleva sus botas, así que no hay excusa).

Es increíble lo mucho que me enseñan día a día mis hijos y me digo a menudo que soy mejor desde que están a mi lado. Suena ñoño, pero es cierto que de pronto soy más paciente (lo cuál tampoco significa que tenga una paciencia infinita, ya me gustaría), que me he tenido que replantear la comunicación y lo importante que es dar los mensajes con claridad y sencillez para que los demás nos entiendan, que me doy cuenta de lo absurdas que son algunas normas que yo mismo impongo y he de replantearme algunas de ellas, que redescubro la sencillez... Un día haré un artículo con todo lo que mis hijos me han enseñado y lo que con ellos he redescubierto, en qué me han hecho mejor (sobre todo) y peor (a veces me sale un ogro incontrolable que me da miedo hasta a mí). Y es que son muchos los pequeños detalles, las reflexiones, lo que descubro sobre mí misma, los aprendizajes.

Por hoy la moraleja es la siguiente: el cielo gris sólo es gris "mal rollo" si nos empeñamos en verlo así.

martes, 17 de septiembre de 2013

Actividades ideales con gemelos en Barcelona: el zoo

¿Hay algo más emocionante que ir al zoo con niños? Si vives en Barcelona (o cualquier ciudad que disponga de zoo) y tienes gemelos, hacerte socio del zoo es recomendable. Aunque pagar 80€ de golpe parezca mucho, aunque den lástima algunos animales en jaulas reducidas. Y es que puedes ir sólo con los dos, yo respiro tranquila porque pueden corretear sin miedo a que se escapen hacia la carretera en direcciones opuestas. Vale, hay coches de golf correteando, un trenecito y si se meten en el estanque de las garzas estás apañada. Pero con algo de ojo te puedes medio relajar y ellos son muy felices. Además aprendes.


Y si encima te traes el pícnic (porque comer en el restaurante o incluso tomarse un café o un helado es algo prohibitivo), pasas un día de lo más entretenido. Sobre todo si ellos te han ayudado a cocinar y si les hace la misma ilusión que a los míos preparar la bolsa con sus matelitos, sus platos de plástico y los cubiertos. ¡Pobre de mí que olvide un mantel, un pareo enorme para los cuatro o los mini saleros y mini pimentero!


Y si te quedan ganas y quieres o pides sestear, el parque de la Ciutadella está ahí esperando. Vamos, un planazo si tienes gemelos de tres años.

miércoles, 11 de septiembre de 2013

Cuentos para dormir personalizados: tiempo de disfrutar


Este verano los mellizos se han aficionado a pedir cuentos personalizados. Mezclando personajes de dibujos, películas, cuentos escritos, sus propias vivencias, los dibujos del papel de la pared, deseos y mucha imaginación, nos piden que inventemos cada noche. Casi casi lo explican ellos por completo. Es un momento increíble que nos hace sonreír cada noche.

La verdad es que es triste pensar que cada vez hay menos gente que tiene tiempo para contar cuentos antes de dormir. O eso dice una encuesta que se ha hecho recientemente en Gran Bretaña. Ya me parecía triste que cada vez hubiera cuentos más cortos (es casi una atrocidad pensar que hay recopilaciones de "cuentos en un minuto", aunque menos es nada). Y es que para mí es un momento muy especial. Como madre, viendo cómo los disfrutan, saboreando el momento que tenemos para estar juntos en estos momentos en que hay tantas prisas, tan poca conciliación y nos cuesta tanto encontrar un momento sosegado para estar con nuestros hijos (superando los momentos puramente asistenciales baño - pipí - caca - comida). 

Pero es también un momento bonito porque recuerdo mi propia infancia. Me encantaba cuando mi padre inventaba cuentos de "barrufets" que hacían cosas extraordinarias en sus bosques, cosas que curiosamente eran las mismas que habíamos hecho nosotros por la tarde o anteayer pero con algo de salsa, alguna bruja de nariz muy larga y con berrugas y alguna princesa que salvaba sapos. Recuerdo perfectamente las noches que junto al fuego Carlos, un amigo de la familia, inventaba historias y nos hacía creer que él se levantaba cada mañana para pintar con una escalera larguísima el tiempo que haría. Y por más que lo explicara yo no entendía porqué a veces pintaba días tan grises y feos pudiendo hacerlos azules. Recuerdo con mucha ternura los cuentos leídos en francés por mi madre y mi abuela. Y como los álbumes de fotos de la familia que tan primorosamente hacía y cuidaba mi abuela se convertían en historias fantásticas para mirar una y otra vez. 

Estoy convencida que debo a esos momento mi gusto por la lectura, el placer de hojear cualquier cosa con letras, mi amor por la palabras y la escritura, el uso de la imaginación en cualquier circunstancia. No hay nada como tener gemelos de tres años para irse a dormir entretenidos y de buen humor. Y desde luego, si está en mi mano, quiero dejarles el legado de disfrutar de sus padres, de dejar volar la imaginación, del amor por las palabras y de los cuentos. ¡Buenas noches! 

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