domingo, 26 de diciembre de 2010

Las primeras navidades


La primera Navidad debe ser algo especial para los pequeños. De pronto aparecen árboles en el salón llenos de bolas y colgajos brillantes que te apetece tocar pero que te dicen constantemente que mires y no toques. Encima, también aparecen figuritas muy monas con niños pequeños, animales, reyes, pastores, ángeles e incluso un caganer. ¡Eso también te dicen que no lo toques! Y en la guardería hicieron cagar el Tió, que es un tronco disfrazado con una barretina al que le das golpes y te da regalos ¿!

La primera Navidad debe ser especial, o eso nos creemos los mayores. Porque los pobres no se enteran casi de nada, ni de los regalos de Papá Noel ni de los Reyes Magos ni de nada. Pol, en realidad, tuvo miedo al árbol de Navidad varios días y si le acercabas y lo dejabas a solas -sin estar en brazos- lloraba desconsolado. Eso sí, una vez superado el susto y zarandeado el árbol en todas direcciones con mamá bien cerca, viendo que no pasaba nada, ahora nos falta tiempo para ir a tirar de las ramas y ver si cogemos alguna bolita. Izan, por su parte, valiente y agerrido desde el principio, no tardó ni dos segundos en descubrir cómo acercarse las ramas a su alcance y tirando, tirando, sacar las bolas. ¡Me recuerda al gato de casa de mi madre!

Pero bueno, se enteren  o no, a los padres nos da mucha ilusión decorar la casa y tenerla bien bonito para que vayan viendo qué es esto de la Navidad, las fiestas familiares, el bullicio, los turrones, los atracones de comida y los regalos que aparecen de no se sabe dónde. Total, en unos años la magia estará en otra parte.

FELICES FIESTAS

miércoles, 8 de diciembre de 2010

Ba-ba-ba

¡Emoción en la casa! ¡¡Izan ha dicho "papá"!! O "ba-ba-baaaa", que para el caso tanto da. Al niño le hace gracia ver que nos reímos y le repetimos como tontos las sílabas que el ha conseguido decir y las repetimos entre todos en un bucle que parece no tener fin.

Y si nos faltaban sorpresas, días después Pol se ha lanzado no sólo con las oclusivas, que parece ser son las primeras, sinó que también ha dicho "ma-mammmmma-ma". Increíble...

Parece mentira que en tan sólo medio año hayamos pasado de los llantos tenues a las crisis incontrolables de un volumen atronador. Y que además de pronto un buen día se levantaran, dicharacheros ellos, a las seis de la mañana gritando "aaaaaaaaaaaaaaaaaa" para darle los buenos días a todo el bloque de vecinos. Y ahora esta sorpresa, tan de repente como el resto de descubrimientos. En el fondo, ellos deben estar muriéndose de la risa por dentro al vernos hacer aspavientos como si sus primeras sílabas fueran el tratado que ganará este año el premio Nobel de literatura. Quién sabe, puede que sí... Como dicen tantos padres de hoy en día, "es que mi hijo es superdotado".

De pronto, ¡se mueven!

Desde que nacieron se mueven, están vivos, de eso no hay duda. Pero es cierto que los primeros meses sólo abren las pestañas para comer y volverse a dormir y a duras penas si te miran cuando les cambias el pañal. Poco a poco, duermen menos rato las muchas siestas que llenan su día y empiezan a interactuar más. Primero fueron las patadas a todas horas y en todos los sentidos, sólo verlos era agotador. Luego empezaron a mover las manos, ¡qué gran descubrimiento! Pol fue el primero en poner dos dedos a modo de pinza e intentar coger un muñequito de los que colgaban en la cuna, pero al pobre se le escapaba siempre el oso, más que nada porque él mismo no atinaba mucho con el movimiento de mano y lo empujaba en vez de cogerlo.

E Izan se descubrió los pies, los subía, arriba, abajo, impulso a un lado, vuelta arriba, dedo gordo a la boca, ummmm, vuelta a bajar los pies y así infinidad de veces. De tanto balancearse para cogerse el pie acabó quedándose boca abajo, con lo poco que le gusta. Por eso se dio prisa en aprender a volver a estar boca arriba y a impulsarse con el culo, a trompicones y hacia atrás, pero de un modo bastante más efectivo que su hermano que con sus giros de vuelta y vuelta no llegaba mucho más allá de un cuerpo y medio. Izan, en cambio, tenía espíritu aventurero y aunque empezó a moverse más tarde que Pol -cuando parecía que realmente su hermano le aventajaba mucho- cogió carrerilla pronto.

Así que ahora, en poco tiempo, los niños se pasan el día dándose la vuelta de un lado y de otro, cogiendo lo que está a su alcance, reptando hacia atrás, tirando las cosas desde las alturas de sus tronas para ver si descubren lo que es la gravedad y haciendo toda clase de movimientos insospechados para llegar a objetos que parecen, pero no, fuera de su alcance. ¡Cambiar el pañal en estas condiciones se ha convertido en un suplicio, y casi que ni darles un zapato para que lo observen y lo chupen sirve ya para distraerles!


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