miércoles, 29 de agosto de 2018

Mejor echar de menos que de más: disfruta de tus hijos antes de que crezcan

A veces miro hacia atrás y echo de menos. 



Una sonrisa espontánea. Un beso inesperado. Una mano rechoncha cogiendo un dedo. Una complicidad. 



El agua cristalina, y el juego, y tú, y yo, y nosotros... 


A veces echo de menos. Y me digo que es una expresión de amor más. Que ojalá sigamos acumulando momentos que me causarán morriña. Que es mejor echar de menos que de más.


Cuando acabas de tener un bebé todo el mundo te da consejos gratuitos, más o menos afortunados. Y suele haber una constante: aprovecha. Aprovecha al bebé y mímalo y cógelo en brazos cuanto quieras. Duerme con él si quieres. Sin miedo. Crecen tan rápido...


En la vorágine de tener dos bebés (o uno) te parece que nunca llegará el momento de respirar un poco, de descansar en vacaciones, de ir a la playa relajadamente. Pero tu bebé pasa a ser niño y te necesita menos (aunque tus vacaciones siguen siendo una locura en la que desconectas pero en la que sigues sin descansar). Y luego un niño más grande que cada vez demanda menos mimos y más cosas. Y luego sigue creciendo y creciendo y un día ya no te necesitan (tanto). 



De pronto echas de menos. 


Y ojalá no eches de menos aquello que no hiciste y ya no podrás hacer porque esa frustración no tiene ni solución ni cura. Ojalá eches de menos lo que hacías porque recordarlo te llena de melancólica ternura y te hace feliz haber construido bonitos recuerdos. Y ojalá en el futuro eches de menos lo que haces hoy. 


Porque al final, es mejor echar de menos que de más. 


1 comentario:

MIS ENTRADAS MÁS POPULARES