Sus regalos suelen ser algún juguetito suyo, un peluche que viene con instrucciones incluidas del tipo "duerme con él, eh?" o un garabato que me traen como oro en paño. Pobre de mí si se arruga el folio o si ante la superproducción se me ocurre darle boleta a uno en el contenedor azul.
Izan es especialmente detallista y sentido. Y Pol se apunta al carro, no vaya a ser que pensemos que él no nos quiere.
Hay que decir que a ellos les encanta recibir regalos. Y que le dan el mismo valor a un huevo Kinder, un camión de juguete, un peluche, una tiza o tres globos. Piden y piden y piden. Cada día, a todas horas. Y cuando les dices "no", negocian. Sobre todo Izan, que tiene argumentos de peso como "me he portado bien", "papá me lo ha prometido", "pero si es para papá" o "se lo he prometido a mi peluche", o el argumento definitivo "es que estoy malito". Y es que pases por la calle que pases hay cientos de tiendas y tentaciones: qué difícil es educar en la mesura y el no consumismo.
Pero el tema hoy era su generosidad y los regalos que hacen de motu propio:
Esta mañana, por ejemplo, me he reído de lo lindo. Izan ha venido corriendo por el pasillo haya la puerta de salida cuando ya me iba al trabajo. "Mamáaaaaaaa,no te puedes ir son dineroooooo". Y me ha dado su regalo, nada menos que 1950€. Pol, al descubrir que me iba con un detalle de su gemelo, me ha hecho esperar mientras buscaba un regalo adecuado para su madre. Y ante mi insistencia porque tenía que irme, me ha dado lo mas bonito y a mano que tenía: un globo, "y esta tarde lo hinchamos".
Así que aquí me tenéis, una madre orgullosa de sus cariñosos mellizos y con billetes falsos y un globo en la cartera. Verdad que son adorables?
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