sábado, 8 de febrero de 2014

Gemelos enfermos, madres enfermas


Estamos de cuarentena, reproduciendo los virus de la gripe y la varicela dentro del pequeño micro clima, reproduciendo los virus de la gripe y la varicela dentro del pequeño micro clima que es nuestro hogar conformado por papá "yo no pillo nada", mamá "que vengan los virus a mí", y los mellizos "ahora tú, ahora yo". 

Es desesperante y no tiene visos de mejora a corto plazo. Más bien acabamos de empezar con la varicela, ahora que pensábamos que habíamos superado la súper gripe de este año, y no hago más que mirar compulsivamente la espalda y cualquier signo de granos sospechosos en Pol y en mí misma. Y es que mi augusta madre no recuerda quién de las cuatro hermanas que somos pasó qué virus (ella no tenía un blog ni es de apuntar en agendas como mi abuela suiza). Según ella, alguien tuvo varicela, y alguien sarampión o rubéola. Vamos, algo de granos y manchas y picores y fiebre. Estoy paranoica. Santa paciencia que tiene el padre de esta familia. Claro, como él es el "inmune" y yo lo pillo todo multiplicado por diez mil...

Cuando los gemelos enferman


Cuando dos bebés, niños ya, se ponen malos, la casa es un verdadero caos. En parte te encuentras deseando que "si lo tienen que pasar, que sea de golpe, los dos a la vez", y luego te sientes la peor madre del mundo porque a ver quién quiere ver a su hijo, normalmente un terremoto, alicaído, quejoso, pasándolo mal y en el mejor de los casos, somnoliento como si una mosca tsé-tsé les hubiera picado. Pero es que tener gemelos enfermos es agotador se miré como se mire:



  • Si están enfermos a la vez te faltan manos: y abrazos, y mimos, y horas para recuperar las noches sin dormir que encadenan los llantos y vómitos de uno con los del otro ciando por fin se ha dormido el primero. La ventaja es que puestos a ir al médico, dar tratamientos y pedir días en el trabajo o favores a los abuelos es más fácil coordinarse si todo está concentrado. 
  • Si se enferman uno tras otro encadenadamente, es agotador porque lo que hubiera sido una mala semana se convierte en dos o tres por lo menos. Y aguantar un niño a pleno rendimiento con ganas de parque, saltos, juegos y rebosante de energía, con otro que no quiere más que mimos, bracitos y desahogarse llorado con mamá, os adelanto que no es fácil. En esos casos, pienso, "bendita tele, benditos dibujos animados y bendita tablet con juegos". Que sí, hay que controlar su uso y abuso. Pero que te socorren en estos casos de cuarentena en casa obligada, también. 
  • Y si se enferma uno sí y otro no, pues mejor. Te enfrentas al dilema niño con energía -niño enfermo anterior pero sin pasarlo dos veces. Aunque siempre te queda la mosca detrás de la oreja y pass unos días en plan detective privada de síntomas. 

Cuando la enferma es mamá


Lo voy a decir claro: la maternidad es fantástica, menos cuando la enferma eres tú. No hay nada peor que estar enferma siendo madre de niños pequeños. 

De tanto dormir, abrazar, besar, limpiar, cuidar a los mellizos enfermos llega el previsible desenlace: mamá también pilla el virus. No siempre, pero muchas veces. E invariablemente se da que las madres pillan el virus más fuerte que sus hijos: es como si los niños lo incubarán en estado puro y te lo pasaran a lo bruto en un cuerpo que ya no tiene la resistencia de su infancia. 
- Cuando mamá está enferma sólo quiere tirarse en el sofá con una manta encima y la tele de fondo. No tienes fuerzas y no quieres leer, escribir, cocinar y no tan siquiera comer. Pero eso es un sueño imposible porque hay que ir a buscar a lis peques al colegio, quieren ir al parque, esperan jugar y piden que seas la mamá "de siempre". La que puede con todo, ríe, canta, juega, recoge, limpia, prepara meriendas y cenas... Y no, esa mamá ha quedado sepultada por mocos y fiebre y a duras penas si tiene voz para pedir algo de tranquilidad y silencio. 
- cuando mamá está enferma, yo no sé si los niños saben que tienen vía libre porque no tienes fuerzas y entonces chillan, saltan, se pelean y piden más o es que sencillamente una no tiene el aguante habitual. 
- cuando mamá está enferma se acumulan lavadoras por hacer, ropa sin planchar, platos sucios, compras, polvo, juguetes por el suelo. Pero sabes qué, ya no le importa ni a ella. 
- cuando mamá está enferma, se puede ver más la televisión o jugar con la tablet. Y se meriendan más galletas y chocolates. Cualquier cosa con tal de que los niños den un respiro al dolor de cabeza. 
- cuando mamá está enferma, hecha de menos a su madre para que alguien le traiga una infusión y la mime, o simplemente para que alguien se ocupe de todo el resto mientas ella da forma al sofá y lo desatiende todo. 

Os confieso que los diez días que he pasado con mi súper gripe de fiebre y pupas en los labios que no me dejaban no comer y me obligaban a beber café con pajita (parecía la Mairena cruzada con la Berrocal saliendo de un mal quirófano) he sido una especie de madre "en piloto automático". He recuperado el cochecito doble para ir a llevar y buscar a los niños al colegio porque no tenía fuerza ni de llevarlos en brazos si lo pedían ni de pelearme con ellos para llegar a tiempo. Les he dejado "a su aire", en casa pero asalvajados. He cocinado sopa de tetrabrick, sándwiches y más de una tanda de pescados fritos de formas congelados. He dejado el polvo hacer pelotas y la ropa sucia amontonarse. Y es que no sólo estaba yo para el arrastre, si no que Pol también tenía gripe, el hombre de la casa estaba trabajando fuera (tres largos días sin venir ni a dormir) y la socorrida abuela estaba lejos. Casualidades. 

Eso sí, cuando mamá está enferma, los niños vienen a darte besos y abrazos y caricias para que te recuperes. Te miran con penita. Y te susurran cosas bonitas con sólo tres años de edad. Y ese amor tan evidente, no cura, pero es un recuerdo precioso. 

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