viernes, 27 de septiembre de 2013

Enderezar un día de mamá ogro

Sí, mamá ogro está ahí (c) Celia Ramón Wyser
Mamá ogro existe. Es lamentable, triste, vergonzoso, pero como las madres histéricas que atacan a traición, las mamás ogro también salen en cualquier momento, en plan explosión de volcán. Y la lava, todo el mundo lo sabe, es imparable, arrasa y además quema.

Sí, el día, que había empezado bien, de pronto se ha torcido. Debía haber señales, pero no las he percibido. No instinto maternal ni nada. A punto de salir (tarde) al colegio, uno de los mellizos tenía caca. Y taaaaardaaaa. Mucho. Me he ido poniendo nerviosa: ya llegábamos tarde seguro y sólo es la segunda semana de cole. Al acabar, por fin, Pol se ha cogido un berrinche de los de "no sé que me pasa pero es que estoy agotado de toda la semana en el cole y encima sin más que media hora de siesta en vez de las dos habituales a medio día". La llantina se le ha contagiado en forma de "yo tampoco quiero esa cera para el pelo pero en realidad lo que me pasa es que hubiera dormido más y me hubiera quedado en casa jugando en vez de ir otra vez a la escuela" a Izan que hasta el momento estaba feliz y cantando. 

Resultado: 


Izan se ha plantado en la puerta de casa y no quería venir: "vete tú", me desafiaba con la mirada. Y yo, desesperada ya, al borde de perder los nervios, he perdido los papeles. Si me viera la súper Nany me enviaba al rincón de pensar:

1. He intentado negociar. 
2. He pedido por favor que viniera. 
3. Le he intentado convencer de que en el cole lo pasan muuuuuuy bien. 
4. Le he hecho ver que llegábamos tarde y el profesor iba estar triste. Vamos, que le he chantajeado vilmente.
5. He amenazado con contar hasta 3. 
6. He contado hasta 2. 
7. He vuelto a pedir que saliera de casa y viniera de una vez de malas maneras
8. Con la poca autoridad que me quedaba, he contado esta vez hasta tres. 
9. Ahora ya estaba de lleno en un embolado: o quedo como una mena o cumplo la amenaza. Y ya he dicho tres con tono súper amenazante. 
10. Arrastro enfadada al niño fuera de casa. 
11. Se sienta en el pasillo cabeza gacha y con cara de entre triste, tozudo -como su madre- y enfadado. El hermano mellizo, Pol, llora por la situación y porque, sí, mamá es un ogro. 
12. Repito 1, 2, 3, 4, 5, 6, 7, 8, 9 y 10 arrastrando al niño al ascensor con cachete en el culo de por medio. Esto se me va de las manos, cada vez estoy más nerviosa, ellos cada vez están menos motivados, Pol llora y Izan está tan encargado en su enfado como yo. No sé en qué momento he pensado que una técnica que ya había fallado iba a salir bien esta vez. Es aquello del hombre que tropieza dos veces con la misma piedra.
13. Arrastro a Izan fuera del ascensor porque ahora no quiere salir. 
14. Intentó parar, frenar la situación, hablar y razonar. Pero ni Izan ni yo estamos por la laborrealmente y los llantos y el desconcierto de Pol no ayudan. 
15. Para salir del paso y cruzar la calle sin arrastrar a Izan, le cojo en brazos. Pero me siento muy injusta porque Pol se me agarra de la pierna para que le coja y le tengo que decir que no a pesar es que él se está portando bien. 
16. Unos metros más adelante, la culpabilidad de llevar a Izan en brazos mientras Pol reclama, las dos mochilas que justo hoy no han querido llevar ellos y se caen y el cansancio por la situación me hacen dejar a Izan en el suelo para que ande. 
17. Sentada. 
18. Enfado. 
19. Cachete. 
20. Pol llora porque se ha asustado, dice. 
21. Izan llora por el cachete. No creo que por el dolor porque le he dado flojo, casi como cuando jugamos a que su culete es un tambor. Pero la intención y la situación bastan.
22. Yo estoy por ponerme a llorar también pero me aguanto porque "soy mayor". 
23. Los siento en un escalón de la calle, ya llegamos tarde y decido relajarme y reconducirlo todo. Esta no es manera de ir al cole, de adaptarse ni de empezar el día. Pido perdón. 
24. Nos damos un abrazo y besitos.
25. Cojo a Izan un rato en brazos. 
25. Llegamos 15 minutos tarde. Pero llegamos. 

Y me voy a casa en plan "soy mala madre", no es posible perder así los estribos, tengo que aprender a detectar y en cualquier caso saber controlar estas situaciones sin dejar salir a mamá ogro. Me tiene muy desagradablemente sorprendida, me tenía por mejor persona y no pensaba que unos niños pudieran sacarte de tus casillas así. Pero si incluso estoy en contra de los cachetes, las amenazas y la violencia verbal. Que estudié cultura de paz. Qué vergüenza, de verdad. Pero lo escribo públicamente porque me consta que somos muchas las que nos encontramos así alguna vez y es importante sacarlo a la luz. La maternidad tiene sus claroscuros.

Como dicen otras mamás blogueras y las que conversan en el parque, a ninguna nos gusta gritar, pero deberíamos dejar de culpabilizarnos por no llegar a todo lo que supuestamente nos hemos impuesto que debemos llegar: trabajo, pareja, hijos, educación, diversión, cocina, belleza... ¡Si supierais cuantas veces me acuerdo de mi pediatra diciendo "quién hace lo que puede, no está obligado a más"!

Dicho esto, lo importante es también darse cuenta, aprender, cambiar (ni que sea poco a poco e intentando sacar a pasear a mamá ogro o mamá histérica lo menos posible). Y reconciliarse. Con una misma. Y con los hijos.

Resarcirse por la tarde: 


Izan saliendo de la "casa" cartón (c) Celia Ramón Wyser
Por suerte he reflexionado y descansado y arrepentida voy a buscarles con todo el cariño y los mimos infinitos en la mochila. He dejado a mamá ogro castigada en el rincón y espero que se tanto estar ahí pensando se quede fosilizada. Así que:

1. Llevo una merienda equilibrada pero también chocolate, que es viernes y sé lo merecen. 
2. Nos sentamos en el suelo en plena rambla a hacer un picnic. 
3. Saltan. Corren. Cantan. Canto con ellos. 
4. Vamos al parque con amiguitos. 
5. Juego con ellos a comérmelos a besos y mordisquearía y piden más. 
6. Jugamos con globos. 
7. Compramos dos pulseras que han hecho niños "mayores" a 40 céntimos. 
8. De camino a casa encontramos una señora que va a tirar a la basura una caja enorme. Nos la llevamos juntos para hacer una casa y decorarla. 
9. En casa cortamos una puerta, cuatro ventanas, ponemos pomos de cuerda, pintamos la casa con rotuladores de colores por dentro y por fuera, ponemos "gomets", pegamos celo...
10. Para cenar, espagueti carbonara por petición popular, aunque sea de noche y tenga muchas calorías y no sea recomendable comer hidratos y trigo y... ¡A disfrutar!

Pol en la ventana (c) Celia Ramón Wyser
¡Y voila! El día se ha reconducido y mis hijos son felices. Y yo recupero mi equilibrio, tranquilidad y sonrisa. Hasta la próxima visita de mamá ogra (que si por mi fuera se podía perder allende los mares si no se ha fosilizado en el rincón como decía antes). Deben pensar que estoy medio loca. Pero me quieren. Y yo tengo que aprender, como muchas otras madres, a desdramatizar. Desdramatizar las rabietas de los niños, los "llegamos tarde", e incluso mis salidas de tono o reacciones malhumoradas. Porque después de todo no somos perfectas mal que nos pese, y eso, alguien debería recordárselo a las madres de vez en cuando. ¡Uf!



Algunas postdatas: 


Visto en el Facebook de Fotos de pekebebe.es
PD: No os perdáis los artículos recomendados en este post. Os los recuerdo:
Quizá os saquen una sonrisa de medio lado como a mí.
PD2: ¿Qué pasará que a las mamás nos da por hablar de este tema de las "malas madres", madres enfadadas, histéricas y ogras en septiembre? ¿Tendrá que ver con regreso de las vacaciones -bonitas per agotadoras cuando son con críos-, adaptaciones escolares y reincorporaciones a la vida laboral? Algo debe ser, porque es curioso ;)

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