El día que encontramos un pájaro caído del nido fue para habernos grabado. Los mellizos tenían el cursillo intensivo de piscina y yo llegaba a recogerlos y a cogerle el relevo a la abuela, cuando la veo que está sentada desgarbada en un escalón sudando a mares y con cara de haber corrido una maratón. Me dice mi suegra:
- Acabo de venir corriendo de tu caja. He dejado un pájaro en la cocina.
- ... - Mi cara de interrogación debía ser un poema porque no entendía nada, con la de veces que después de haber encontrado un conejo por sorpresa en casa hemos dicho que nada de pájaros ni perros ni sorpresas sin avisar...
- Es que viniendo hacia la piscina nos hemos encontrado un pájaro caído y herido y los niños lo han querido recoger. Y se lo querían llevar a casa para cuidarlo y tenerlo de mascota, no podía decirles que no con la ilusión que les hacía, pobrecitos...
- ... -
- Y además es que tiene las alas muy grandes, yo no sé qué raza será, ellos se lo quieren quedar, pero a lo mejor se hace demasiado grande...
- ¡Pero claro que podías decirles que no! ¿Y si el pájaro está enfermo? ¿Pero qué pájaro es? ¿Y lo has dejado suelto en la cocina? ¿Y ahora qué hacemos? ¿Lo llevo al veterinario? ¿Y si se muere qué les digo yo a los niños? - solté en una retaíla... Yo no sabía si reír, llorar, irme corriendo a casa o qué...
En fin... Que los niños salieron de la piscina preguntando por el pájaro y casi volamos por el camino a casa, no sabía qué me iba a encontrar...
Y me encontré al pobre pájaro renqueando por la cocina. Así que medio enfadada y medio asombrada con toda la situación, pusimos al pájaro en una caja y lo llevamos al veterinario a ver qué tipo de pájaro era y qué teníamos que hacer con él. Pero resultó que ese veterinario no era especialista en pájaros y que nos envió de paseo por toda la ciudad a otro que sí lo era y que recoge pájaros caídos de un nido. Parece ser que era una cría de vencejo (falciot en catalán) caída de un nido y que nos indicaron que es una especie protegida. Teníamos que llamar a la Guarda Urbana que tiene un servicio especial de recogida de estos pájaros o bien llevarlos a esa clínica veterinaria que los llevan al mismo servicio de los guardas forestales que los cuidan, recuperan y vuelven a reintroducir en el medio.
¡Menuda aventura improvisada para una tarde de verano!
- Acabo de venir corriendo de tu caja. He dejado un pájaro en la cocina.
- ... - Mi cara de interrogación debía ser un poema porque no entendía nada, con la de veces que después de haber encontrado un conejo por sorpresa en casa hemos dicho que nada de pájaros ni perros ni sorpresas sin avisar...
- Es que viniendo hacia la piscina nos hemos encontrado un pájaro caído y herido y los niños lo han querido recoger. Y se lo querían llevar a casa para cuidarlo y tenerlo de mascota, no podía decirles que no con la ilusión que les hacía, pobrecitos...
- ... -
- Y además es que tiene las alas muy grandes, yo no sé qué raza será, ellos se lo quieren quedar, pero a lo mejor se hace demasiado grande...
- ¡Pero claro que podías decirles que no! ¿Y si el pájaro está enfermo? ¿Pero qué pájaro es? ¿Y lo has dejado suelto en la cocina? ¿Y ahora qué hacemos? ¿Lo llevo al veterinario? ¿Y si se muere qué les digo yo a los niños? - solté en una retaíla... Yo no sabía si reír, llorar, irme corriendo a casa o qué...
En fin... Que los niños salieron de la piscina preguntando por el pájaro y casi volamos por el camino a casa, no sabía qué me iba a encontrar...
Y me encontré al pobre pájaro renqueando por la cocina. Así que medio enfadada y medio asombrada con toda la situación, pusimos al pájaro en una caja y lo llevamos al veterinario a ver qué tipo de pájaro era y qué teníamos que hacer con él. Pero resultó que ese veterinario no era especialista en pájaros y que nos envió de paseo por toda la ciudad a otro que sí lo era y que recoge pájaros caídos de un nido. Parece ser que era una cría de vencejo (falciot en catalán) caída de un nido y que nos indicaron que es una especie protegida. Teníamos que llamar a la Guarda Urbana que tiene un servicio especial de recogida de estos pájaros o bien llevarlos a esa clínica veterinaria que los llevan al mismo servicio de los guardas forestales que los cuidan, recuperan y vuelven a reintroducir en el medio.
¡Menuda aventura improvisada para una tarde de verano!
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