Este año los mellizos han descubierto de pronto que los Reyes Magos existen y llevan regalos a los niños "buenos". No es que no los hubieran visto. Pero su primera vez fue con apenas siete meses y les daba más miedo que otra cosa tanta algarabía en la cabalgata; ante los regalos estaban algo estupefactos, eso no iba con ellos. La segunda Navidad, la cabalgata ya les gustó más, sobretodo por los caramelos. Pero era tarde, estaban cansados y con sueño y encima se les hizo largo. Triunfamos a medias, y desenvolver los regalos fue casi más emocionante que jugar con ellos después.
Pero este año, con dos años y cinco meses, de pronto se han revelado conscientes y no paran de parlotear sobre los Reyes que traen regalos a los niños buenos, miran revistas de juguetes escogiendo "quiero esto", por supuesto sin ponerse de acuerdo los dos, y reputen una y otra vez, "yo soy bueeeenoooo".
Es emocionante vivir la Navidad a través de la ilusión infantil; para ellos los Reyes son reales, no entienden de magia o historias. Y si a eso sumamos el descubrimiento de las luces navideñas de las calles con las que alucinan, el árbol gigante del ayuntamiento que admiran cada vez, y haber decorado ellos el árbol en casa, estas fechas son realmente especiales. Disfruté como una loca viéndolos sonreír ante cada bola brillante que ponían en las ramas del abeto, aunque la cosa haya quedado descompensada porque decidieron poner todas las bolas en la misma rama.
Y del Belén ni hablamos, es una especie de amasijo de figuritas, los Reyes junto al caganer, la oca y un pastor sobre los camellos, un árbol nevado sobre un puente del revés... Y sin Virgen ni José ni niño, que las figuras son de barro y viendo la destrucción y el meneo de la (de)construcción del Belén decidimos no ponerlas.
Es más bien una casa de muñecas particular, que es precisamente algo que han pedido a los Reyes Magos recortando lo que les gustaba de las revistas y pegándolo en la carta. Bueno, hasta tres cosas (y algún extra) que les hicimos escoger, si no hubiesen pegado toda la revista en la carta. Y como han sido "muuuuu güenos", vamos a ver que traen los Reyes.
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Cómo es posible asimilar que la declaración anual de IVA se vea coartada por la intromisión de elementos sensoriales. Es algo que no acabaré nunca de entender.
ResponderEliminarTienes frente a ti la pantalla. En ese momento Pocoyó, absorto en la publicidad de un panel en el bloque de enfrente, murmura algo que no aciertas a entender. Hace un rato publicó en LinkedIn que piensa dejar de dedicarse al espectáculo. Le va bien con su empresa de arrendamiento de aceras y no tiene por qué madrugar para aguantar al director de ensayos cada mañana. Hay algo turbio en el tono de sus palabras, algo amargo en la forma en que se deja caer en el suelo. Quiere visitar Córdoba desde hace meses. Quizá haya decidido que es al fin el momento de ir. Pero la declaración de IVA le trae de cabeza.
Con él no se acaba nunca.