G'mamon Luluuu, como llaman los gemelos a su bisabuela suiza, tiene una entrañable costumbre: cada día, sin faltar uno, anota en una minúscula agenda anual lo más relevante del día. Luego, cuando hace sus preciosos álbumes de fotos o cuando en la familia discutimos sobre algún evento que cada cuál recuerda a su manera, saca sus diarios y siempre encuentra la respuesta. Cuántos recuerdos bien guardados y resumidos en pocas líneas. Contagiada de su espíritu, he pensado intentar hacer un post diario ni que sea breve. De momento ando dejando mis huellas dactilares del pulgar derecho en la pantalla del móvil y se me ha dormido ya la mano izquierda de aguantar el teléfono. A no ser que sea un micropost al estilo twitter me temo que este sistema va a quedar soterrado por el clásico ordenador. Pero ahora que estoy, vamos a ello... Dejar los buenos propósitos de año nuevo ya en el primer intento sería de mal agüero.
Esta semana los mellizos aún no tienen guardería, el padre trabaja, los iaios siguen de vacaciones dd Navidad lejos y nos quedamos los tres en casa recuperando el ritmo (de los horarios, comidas, intestinos y normas) después de diez intensos días en Suiza. Pasamos las mañanas jugando, peleando, bailando, viendo a Pocoyo y Dora Exploradora en Clan TV, y yo poniendo una lavadora de ropa sucia tras otra, entre lavavajillas y recogida de la cocina o el salón y la preparación del menú familiar. Pensaréis que está la casa como los chorros del oro... Pues no, está hecha unos zorros y como la señora de la limpieza ha llamado para avisar que está encamada con bronquitis, tiene pinta que de aquí al lunes irá a peor, a mucho peor. En fin, con niños uno aprecia el orden de un modo distinto.
Comida, siesta (y más marujeo y/o una ducha para mamá), merienda... Y nos vamos a pasear. Justo antes de salir Pol grita "cacaaaaa". Es un detalle, ahora avisa cuando deja el regalito. Lo cambio. Camino a la puerta se me ocurre revisar el pañal de Izan: premio. Como les ha dado, sobre todo a Izan, por querer tirar los pañales a la basura, espero que vaya a la cocina mientras pongo la chaqueta a Pol. Demasiado silencio... Encuentro a Izan en medio del pasillo con el pañal sucio abierto, las "bolitas" de su estreñimiento esparcidas en el suelo y a él escupiendo "algo" desagradable de la boca... No puedo creer que haya probado... Mejor no lo pienso... Nooooo.
Superada la fase de poner zapatos, abrigos, entrar en el ascensor -cada uno con una bolsa de basura, quieren ayudar pero casi no pueden con ellas y Pol va diciendo "ça pue" porque huele peste-, abrir el carro con ayuda de los gemelos, pelearme para atar a Pol y salir, me dirijo a hacer compras. Hoy no va a poder ser, se están tirando del pelo, arañando entre ellos, chillando para salir y pataleando a los cinco minutos de paseo... Pfffffffffffff...
Acabamos en la playa viendo pasar trenes y diciéndoles adiós. Los mellizos me piden "más, más" en cuanto desaparecen, como si yo tuviera control sobre los horarios de Renfe... Si supieran!
Vuelta, cena, cuento (creo que ya es la cuarta vez que empiezo El Principio en francés y cada vez descubro moralejas nuevas), algo de televisión y este post antes de dormir. 'NonNuuuuiiiiiiii
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