Tener gemelos te enseña, de golpe, varias lecciones de vida, empezando por la paciencia -madre de la ciencia- y la humildad -no tienes ni p... idea de cómo afrontar una maternidad múltiple y cuando piensas que controlas, zasca, cambio... doble...-.
Tener gemelos cansa. Mucho. No sabes cuánto. Pero es gratificante, en serio, que sí... Tener gemelos no es como tener uno. No puede ser como un embarazo de uno ni como centrar tu atención en un solo bebé... Imposible, tienes dos, siempre, a veces lloran concatenadamente y a veces al unísono... No, tener gemelos no es como tener un solo bebé, casi que deja de preguntármelo... Bueno, imagino, yo no sé lo que es tener uno.
Tener gemelos te enseña que no hay dos personas iguales ni hay dos niños que piensen, crezcan o evolucionen igual (así que fuera agobios).
Tener mellizos es como descubrir que los caracteres vienen de serie: uno gateaba a la izquierda, el otro a la derecha, uno más tímido y otro como una explosión de extroversión, uno despaviro y con buena letra y el otro lanzado hacia cualquier aventura... ¿Cómo van a querer comer lo mismo o escoger las mismas extraescolares? Eso no se da como no haya un poco de imposición familiar por imperativo organizativo.
Tener gemelos te enseña lo que es de verdad la camaradería... Y demuestra que la confianza da asco (a veces).
Tener gemelos te enseña lo que es el amor incondicional: no he visto cosa igual, y tengo cuatro hermanas a las que quiero muchísimo. Pero esto es otro nivel.
"Tener gemelos demuestra cuán fuerte puede ser un vínculo. No importa si tú subes y yo bajo, si nos cruzamos en carriles contrarios, juntos, cómplices, todo, la vida, es más divertido", parecen decirse. Y así siguen avanzando por los pasillos de la vida, juntos, mientras aprendemos lo que es la pequeña gran felicidad. Eso te enseña tener gemelos.
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