Me encanta la fiesta de Sant Jordi. Es un día muy especial en Cataluña. Porque se combinan la fiesta por el patrón, con la leyenda del santo varón que salvó a la princesa del dragón (historia ya revisada en viñetas y cuentos geniales donde las princesas se salvan solas o son quienes se declaran al príncipe... O al dragón). Y porque se funde esta tradición con la del Día Internacional del Libro.
Me encanta Sant Jordi porque:
1. Se celebra todo con mucho amor. Es como San Valentín, pero nuestro y mucho más especial.
1. Se celebra todo con mucho amor. Es como San Valentín, pero nuestro y mucho más especial.
2. Porque se regalan rosas. Rojas, preciosas. Como gesto de amor, sobre todo, pero también como detalle a las empleadas en las oficinas (aunque si por mí fuera, los chicos también deberían recibir una, se lo merecen igual).
3. Porque las calles se llenan de libros y todo se impregna con ese olor a papel y tinta que tiene ese je ne sais quoi romántico.
4. Porque todo brilla con colores. El rojo de las rosas, las espigas de trigo amarillas, los papeles de celofán, los lazos, las flores de otros colores, las rosas alternativas de cerámica, plastilina o cápsulas nespresso reclidas... Todo envuelto de banderas, y portadas de libros por todas partes... Es una explosión de color.
5. Porque de pronto hay autores firmando, leyendo, compartiendo... Es muy emocionante.
6. Los turistas alucinan, no es para menos, y se unen a la fiesta.